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11 oct 2016

Dreadnought Drop Pod | Manos de Hierro


"Una nueva oleada de pieles verdes rodeaba su posición como un mar enbravecido, mientras las espadas sierra y las pistolas bólter se cobraban vidas por docenas. Los cadáveres de aquellas bestiales criaturas se acumulaban a su alrededor mezclados con las oscuras armaduras de los hermanos caídos. Su número era tal que los legionarios habían comenzado a formar parapetos con ellos desde los que disparaban ordenadas andanadas de fuego de bólter contra los enemigos que cargaban sobre su posición. Sin embargo el número de orkos parecía no menguar. Cada oleada era más numerosa que la anterior, y todas ellas se cobraban alguna baja. Dos hermanos habían caído en la última, y el sargento Tizgar vio como otro de los astartes a sus órdenes era despedazado al quedar aislado entre un grupo de xenos.

El círculo de legionarios se cerraba cada vez más, cediendo a la presión asfixiante de los innumerables cuerpos de pieles verdes. Súbitamente un silbido lejano comenzó a escucharse en el límite de los sentidos potenciados de los astartes. Este fue ganando en intensidad hasta que en el cielo se pudo distinguir su origen. Una lágrima de llamas descendía a través de la atmósfera a toda velocidad, dispuesta a impactar cerca de su posición. A escasos cien metros del suelo una serie de explosiones surgieron de la base de esta forma en llamas y sufrió una brusca desaceleración que apagó las llamas para dejar ver la forma calcinada de una cápsula de desembarco.

A pesar de estos mecanismos de frenado, el impacto contra el suelo fue titánico, aplastando a muchos orkkos en el proceso, aunque nada que la férrea estructura de plastiacero y ceramita de la cápsula no pudiese resistir. Al instante las puertas se abrieron como los pétalos de una flor de acero, precedidos por las sordas explosiones de los disparadores de apertura.

Entre el humo y el polvo levantados por el impacto surgió una inmensa figura que empequeñecía con su tamaño a las bestias xeno que la rodeaban, a las cuales no tardó en comenzar a masacrar gracias al fuego de promethio incandescente que vomitaban sus lanzallamas gemelos. Los astartes aprovecharon el momento de duda provocado por la llegada del dreadnought modelo Leviatán. Conscientes de que la balanza de la batalla se había tornado a su favor, se lanzaron al contraataque con vociferando sus gritos de guerra:

-Por Lord Ferrus. Por Terra. Por el Emperador."


Antes de descansar un poco de los Manos de Hierro y dedicarme a otros proyectos había un par de cosas que quería pintar para poder usarlas en las próximas batallas. la más importante era esta cápsula de desembarco para dreadnoguhts, que me permitirá llevar al Leviatán o a uno de los Contemptors al centro de la refriega.

Hay poco que decir sobre el pintado, ya que lo que hice fue cubrirla con spray metálico y a continuación dar los otros colores, con lo que resultó muy rápido. Para el sistema de apertura de las puertas, que tal y como venía la miniatura era imposible hacer funcionar, lo que hice fue ponerle unos imanes (que se ven un poco en las fotografías) para que hiciesen de bisagras. La verdad es que nunca lo había probado y funciona muy bien.

Ya que estaba he aprovechado a hacerle una foto al Leviatán con los nuevos brazos que le he pintado. Así lo podré usar sin abusar tanto de las armas tan bestias que le han puesto, o simplemente en su versión barata de cuerpo a cuerpo, que también debe funcionar bastante bien.

2 comentarios:

Señor Serviorco dijo...

El infierno guarda un rinconcito para los q tiramos dreadnoughts con cápsulas. Aunque salga mal siempre es épico.
Completa mucho tu ejército y le da versatilidad. buen fichaje y buen modelo.
Un saludo

Kyam Bluehammer dijo...

Muy bonitos! Sobre todo el interior de la capsula. Gran trabajo!

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