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19 ene 2016

Legion Tactical Squad (II) | Manos de Hierro

Escuadra Tizgar, Compañía Sîrmida, Quinta Orden, Clan Vurgaan
"La plaza, rodeada de bellas columnas dispuestas de forma semicircular, estaba formada por un impresionante complejo arquitectónico cuyo elemento principal coronaba el conjunto con un equilibrio perfecto entre armonía, belleza y poderío. Se trataba de un templo, o tal vez sería más correcto decir que se trataba de el Templo, pues para los habitantes del planeta no existía un lugar más sagrado en toda la galaxia. Ese era el motivo por el que estaban entregando sus vidas con semejante pasión.

El suelo enlosado de la plaza había desaparecido bajo el cenagal de excrementos, sangre y vísceras que lo cubría, pues legionarios de la escuadra Tizgar, mediante las disciplinadas ráfagas de sus bólteres, habían rechazado ya tres oleadas de enemigos.

Desde el inicio del Acatamiento de 52.6, las fuerzas armadas enemigas habían mostrado un alto nivel de entrenamiento y sofisticación armamentística. El nivel tecnológico con el que contaban los Elegidos, pues así se llamaban a sí mismos, superaba al del Imperio en muchos aspectos, y no eran pocos aquellos de sus elementos que mostraban claros indicios de provenir de los años oscuros de la Era de la Tecnología.

Sin embargo el poder de la X Legión se había mostrado imparable, y ni siquiera los avanzados blindados gravitatorios o los sistemas de puntería noosféricos con los que contaban los ejércitos de  los Elegidos habían logrado causar importantes retrasos en la hoja de ruta marcada por Ferrus Manus. Ahora la punta de lanza de la invasión, la Quinta Orden del Clan Vurgaan, se encontraba ante el asalto final en el que destruirían el corazón y el alma de la resistencia enemiga.

El bellísimo templo estaba coronado por una inmensa cúpula recubierta de lapislázuli que descansaba sobre una fachada de tan hermosas proporciones que resultaba desconcertante tratar de comprender como era capaz de soportar el inconmensurable peso de la cúpula. Pero lo que resultaba más impactante era que se encontraba intacto, produciendo un poderoso contraste con la ciudad que lo rodeaba, en ruinas tras los incansables bombardeos de la artillería y la flota de la legión. El motivo de tal estado de conservación eran los misteriosos escudos de energía que los Elegidos habían desplegado sobre él, y que obligaban al asalto por tierra. El Gran Templo sería tomado mediante el poder de los bólteres y las espadas sierra.

La escuadra Tizgar, como elemento de la Compañía Sîrmida, se había desplegado al otro lado de la plaza, tomando posiciones defensivas desde las que hostigaban a los enemigos que trataban de reagruparse sobre el tempo. Pero su labor principal era soportar los furibundos ataques con los que las tropas de élite de los Elegidos trataban de romper el cerco.

Equipados con armaduras carmesí y campos personales, y armados con largas lanzas capaces de disparar rayos de energía similares a descargas de plasma, estos guerreros de élite eran la guardia personal del líder religioso de la cultura de los Elegidos, a la postre una suerte de monarca bajo cuyos designios actuaban los diferentes reinos que componían el complejo entramado político del planeta. Se trataba de auténticos guerreros, e incluso los astartes habían llegado a respetarlos por sus evidentes aptitudes marciales. Era una pena que fuesen a ser exterminados.

Desde hacía unos minutos la ofensiva enemiga se había ido intensificando exponencialmente. Unas poderos descargas de artillería, que no habÍan conseguido romper las defensas de los legionarios, precedieron a una feroz carga de infantería, apoyada por blindados que aparecieron desde el cielo para aterrizar en la gran plaza sin dejar de disparar. El sargento Tammuz no dejaba de dar gritar a su escuadra por encima del ensordecedor rugido de la batalla, consciente de que la tormenta se había desatado sobre ellos y de que pronto el martillo caería sobre sus enemigos.

La compañía Sîrmida comenzó a replegarse ordenadamente hacia las posiciones preestablecidas. Esto estuvo a punto de provocar un alarido de júbilo en las filas de la Guardia Carmesí, pero su poderosa disciplina lo impidió, y se limitaron a avanzar para seguir presionando a lo que creían era un enemigo a punto de flaquear. No sabían que los Manos de Hierro nunca flaquean.

Cuando las fuerzas de los elegidos se arremolinaron en torno a los legionarios fortificados, reagrupando todos sus efectivos para realizar su ataque final, llegó el martillo. Las partes aun en pié de la columnata que flanqueaba ambos lados de la plaza, así como los pesados escombros apilados por todas partes, salieron volando en mil pedazos cuando dos escuadrones de mastodontes de ceramita confluyeron sobre la posición. Decenas de legionarios descendieron de los Land Raiders y, apoyados por los Predators y Vindicators de la legión, atraparon a la Guardia Carmesí en un fuego cruzado portentoso, que no hizo más que crecer cuando la compañía Sîrmida añadió el poder de sus proyectiles explosivos y armas pesadas a la matanza. 

En pocos minutos la última resistencia de 52.6 había sido aniquilada, dejando a su pontífice a merced de la furia de la legión. La escuadra Tizgar tendría el honor de ser la primera en entrar en el Gran Templo..."


Hace casi un año desde que pinté la primera mitad de la escuadra táctica Tizgar, y en este año no había pintado nada más para mi ejército de Manos de Hierro preHerejía, de modo que tenía muchas ganas de añadir más tropas a la X Legión.

Legion Vexilla y legionarios
Como gran parte de la gracia de jugar con ejércitos preHerejía es el hacer grandes escuadras de Marines, quería que al menos mi escuadra táctica contase con 20 miembros, de modo que pinté otros 10 y aproveché para añadir una Legion Vexilla y un Nuncio-Vox a la escuadra.

Nuncio-Vox y legionarios
Con esta adquisición el ejército ya suma cerca de los 1500 puntos, pero aun me queda mucho por pintar. Lo bueno es que está siendo muy rápido y fácil pintar estas miniaturas.

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