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9 feb 2012

Noctumbus el Enterrador | Infancia


Nicholai nació en Remer al norte de Ostermark. Su padre era un enterrador y su madre una campesina. Desde muy pequeño demostró interés por el trabajo de su padre y aprendió rápido secretos del oficio: amortajar los cadáveres para evitar que se hinchasen, preparar los ungüentos de ajo para el mal olor, elegir la tierra más propicia según la estrella del difunto... incluso aprendió a leer recitando los epitafios y grabados de las tumbas del cementerio.

Fue en esta época cuando lo chicos del barrio comenzaron a llamarle Noctumbus por las habituales salidas nocturnas con su padre para atender algún encargo que hacían que durante el día anduviese medio adormilado como un sanámbulo.

Todo se torció cuando en la ciudad se desato una terrible plaga. Empezó a conocérsela como la Peste Aullante por los terribles alaridos de los enfermos lanzaban cuando se acercaba su hora. Al principio fue como un regalo para la familia por que los servicios de su padre estaban cada vez más cotizados pero pronto este enriquecimiento, unido a que la familia de Nicholai era de las pocas que no enfermaron en el vecindario, empezaron a disparar los recelos y rumores.

Con la llegada del verano las víctimas se multiplicaban y el fervor religioso y los cultos de flagelantes comenzaron a inundar las calles. El senescal de la ciudad lanzo un edicto para encarcelar a todos aquellos sospechosos de practicas que favoreciesen la extensión de la plaga o pudiesen ofender a los dioses. Los vecinos enseguida denunciaron a la familia de Nicholai y la turba, azuzada por los discursos de los sacerdotes asaltó la casa y asesinó a su madre.

Los guardias y la rabiosa muchedumbre fueron a buscar al enterradory a su hijo hasta el cementerio. Su padre comenzo a oir los gritos y las amenazas y escondióa Nicholai en una tumba reciente. Nicholai con solo 12 años pudo ver a través de una rendija como su padre era linchado y torturado hasta morir.

Solo a la noche siguiente se atrevió Noctumbus a salir de su escondite obligado por la sed y el hambre que logró apagar con las ofrendas que los familiares habían depositado en una de las tumbas. Los días siguientes los pasó escondido entre las tumbas durmiendo durante el día y pensando que hacer durante la noche.

Decidió huir de la ciudad pero antes debía conseguir algo de dinero. Recordó que un día su padre le había dicho que en aquel cementerio había mas tesoros que en los sótanos de la fortaleza y que lo único que debía hacerse era saber donde escarbar. Supuso que su padre bromeaba pero no perdía nada intentándolo.

Comenzó por las tumbas donde el mismo había visto como los familiares habían depositado joyas y otros regalos. Antes de la muerte de su padre nunca se hubiese atrevido a saquear una tumba pero la necesidad le obligada y después de ver como habían acabado con su padre no sentía mas que odio por los habitantes de su ciudad. La búsqueda fue exitosa y pronto tuvo un saco lleno fruto de su saqueo.

Envalentonado se dirigió a las tumbas mas antiguas. Se encontró con el mausoleo de la familia Skchinlerd, los Skchinlerd habían gobernado la ciudad hace muchos años pero habían caído en desgracia. Su padre nunca había querido aclararle que les había pasado pero le había prohibido acercarse a su mausoleo.

Noctumbus dudo por un momento pero era una oportunidad demasiado buena. Esa era la única tumba de las grandes familias en la que nadie notaría el saqueo y seguro que con lo que sacase de ella tendría dinero más que suficiente para alejarse de la ciudad e iniciar una nueva vida en otro lugar. Forzó las viejas cerraduras con facilidad y entró en el templete.

No era muy diferente de otros que había visto: una gran estatua de un cisne gris, símbolo de la familia, presidia la sala. Pegados a las paredes descansaban los sarcófagos de los miembros de la familia. En los dos primeros encontró un juego de pulseras y collar de jade por los que podría conseguir una buena suma. Solo le quedaba por revisar la tumba del último Skchinlerd, era más grande y estaba más elaborada que el resto y a Noctumbus le costo abrirla.

Cuando por fin retiró la lápida, un escalofrio le recorrió el cuerpo. Por un momento creyó estar soñando al ver el enorme cadaver del viejo sin una sola muestra de corrupción como si acabase de ser enterrado. Pero trabajando con su padre había aprendido que no había nada que temer de los muertos así que se puso manos a la obra.

El esfuerzo había merecido la pena del cuello del noble colgaba un gran collar dorado y una estatua cargada de joyas descansaba a sus pies. Pero lo que más llamaba la atención era el enorme volumen encuadernado en cuero que abrazaba el cadaver entre sus brazos. La encuadernación era sencilla y no tenía ninguna incrustación pero una fuerza desconocida empujaba a Noctumbus a llevarselo. Agarró con ambas manos el borde inferior y con un fuerte tirón lo arrancó de las manos del cadaver.

Feliz por el botín, al amanecer, reunió valor para abandonar la ciudad y encamino sus pasos hacia el norte.

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